Las ciudades no son espacios neutros, son el resultado de una producción cultural que muestra los valores de la sociedad en la que se encuentran. Las ciudades modernas son el reflejo de la división sexual del trabajo, que sitúa a las mujeres y las actividades reproductivas y de cuidados en el espacio doméstico, y a los hombres y las actividades productivas en el espacio público.

Esta división ha tenido al menos tres consecuencias clave que actúan de forma interdependiente en el campo de la movilidad sostenible:
1. El uso del espacio público y los desplazamientos de las personas están determinados por los roles de género que son socialmente atribuidos a cada sexo.
2. El transporte se ha desarrollado como un sector masculino y masculinizado, debido a que las
actividades productivas y el espacio público han sido tradicionalmente ocupados por hombres.
3. Las ciudades, sus servicios y sistemas de movilidad han sido pensados y creados desde la mirada y experiencia masculina, invisibilizando y marginalizando a todas las personas que no viven los espacios urbanos a través de los constructos masculinos.

Para contribuir a la reducción en las desigualdades de género que se perpetúan a través de los espacios urbanos y de los sistemas de movilidad, las personas que participan en este sector deben incorporar una perspectiva de género e inclusión en el desarrollo de sus iniciativas y proyectos.

Esta Guía está dirigida a instituciones y personas involucradas en iniciativas, proyectos, planes, programas e implementación de sistemas y servicios de transporte, movilidad sostenible y espacio público.